Después del conversatorio, Luz Helena nos invitó
a ver la “sala Beethoven” donde íbamos a tocar. Apenas entramos nos dijeron que
es una sala con alto reconocimiento a nivel mundial por tener una excelente
acústica, que muchas personas reconocidas por su música llegan allí, con la
única intención de tocar en ese lugar.
Cuando planeamos ir a Cali pensamos tocar en
cualquier plazoleta o calle cerca o dentro de la Universidad del Valle (Igual
de importante para nosotras) pero sin imaginarlo, estábamos a punto de tocar nuestro
bullerengue experimental arepero en un lugar pensado y destacado para tocar
música clásica.
El gran día del concierto, apenas llegamos
probamos sonido y efectivamente, ¡una acústica brutal! Los tambores ni quisiera
requerían amplificación a pesar de que pueden asistir 681 participantes y donde
te hagas, sin micrófono, los tambores iban a sonar bien. Fue una prueba de
sonido breve.
Si, teníamos mucho culillo, no podemos negar
que es intimidante saber que en este espacio se toca música con excelente
técnica, afinación y armonía, pero también sintiendo que por lo mismo este
espacio necesitaba nuestro mensaje, porque el mensaje en la música es tan
importante como todo eso.
Allí estaban los grupos tocando maravillosamente
uno tras otro, nos dijeron que éramos el cierre, que seguíamos después del
cuarto grupo y resulta que ese cuarto grupo era el Cuarteto Ritmando, un
cuarteto marimbístico femenil de música tradicional y académica Chiapaneca y
guatemalteca, verlas tocar era como ver las olas del mar y escuchar su música
era indescriptible de lo inmenso, se sentía precioso escucharlas ¡Que honor
montarnos después de semejantes genias! Y también muy oportuno.
Tocar ahí fue estar en el presente pleno, la
dimos toda, empezamos suave, un poco nerviosas debo reconocerlo, pero poco a
poco encendiendo la llama de nuestra rueda en medio del conservatorio. Creemos
que fue muy importante nuestro mensaje en este espacio, vimos que la mayoría de
espectadores conectaron. También fue lindo ver algunos de nuestros familiares
(especialmente a Náhu de 2 años) y a las nuevas amistades caleñas apoyándonos,
especialmente Brand gritando más que cualquiera, bailando y gozando, dándonos
energía sabrosa.
Salimos emocionadas, con hambre, llegaron las
personas cercanas a felicitarnos, después personas nuevas a contarnos lo que
sintieron, a invitarnos a nuevos lugares, nosotras felices. Después de esto,
corra pal Petronio y a golosear, pero esto es otra historia.
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