Narrativas cantadas de úteros golosos. Cap. 6. Avistamiento Goloso. Tata

 


Avistamiento Goloso en voz de Tata

¡Como raro las golosas corriendo aquí y allá, pero esta vez para irnos a conocer el PACIFICO! Antes de viajar a Cali conversamos y llegamos a la conclusión que estar en Cali y no ir conocer el Mar del Pacifico colombiano no era haber ido a Cali. Así que nos aventuramos.

Como ya saben y quienes nos conocen saben que este parche de fritas golosas anda corriendo, con un montón de maletas y los tambores colgados porque a donde vamos, llegamos con tambores. Comienza la experiencia un domingo en la mañana corriendo aquí y allá, alistando las maletas y despidiéndonos de un hermoso hostal en Sotavento que nos acogió con mucho amor, destilados de caña, rumba hasta el amanecer, descontrol y mucho apañe por parte de los parches de mujeres que allí llegaron a vernos tocar nuestro bullerengue experimental arepero.

Ese domingo salimos del hostal de sotavento agarramos nuestras maletas y llenas de felicidad arrancamos pal terminal de Cali y allí rumbo a Buenaventura obvioooooo porque estas golosas no paramos y a donde nos digan, allá llegamos. Llegamos al terminal de Cali y unas quedaron pendientes de cuidar todas las maletas y otras de ir a averiguar precios y a buscar economía porque la platica ya se nos estaba acabando y como no con tanto Petronio, arrullos, comida para todo este parche, viche, rumba hasta el amanecer y presentaciones musicales.



Ya montadas en la vans arrancamos nuestra travesía de más de 3 horas para llegar a Buenaventura para adentrarnos a alguna playa del pacifico y ser felices en los 2 días que nos quedaban de aventura. Contra todo pronóstico llegamos a Buenaventura, luego de esto nos aventuramos hacia el puerto cargando los tambores, las maletas, el agua, nuestra comidita para sobrevivir y a más o menos 25 °C que no es lo mismo. Luego procedimos a mirar para donde nos íbamos, pero primero y antes que nada buscando la economía entonces aquí una de nuestras compas la Madre pechichona empezó a retacar hasta que nos dejaran económico alguna de las playas, para donde fuera pero que estuviéramos cerquita al Mar.  Y tarannnn!!  nos fuimos para la Playa de Pianguita un espacio natural que permite una conexión única con la selva del Pacífico colombiano. Su nombre proviene del diminutivo de "piangua", que se refiere a un molusco del Pacífico. 

Y comenzamos nuestra travesía en la lancha por 30 minutos de recorrido, con la fuerza de las aguas del mar pacífico, a las casi 5 de la tarde, con lluvia y con anécdotas parches como que una de las nuestras compas se aferró a la silla de la lancha, no abrió los ojos y estaba más allá que acá ya que estaba modo pánico activado en la lancha por la velocidad y la fuerza del mar que pareciera nos fuera a tumbar. No conforme con esto, se levantan 2 varillas de la lancha y ya cuando estábamos llegando en el afán de bajar rápido todos nuestros corotos y maletas se cae al mar un uniforme que afortunadamente se logró rescatar.

Y cuando pensábamos que ya íbamos a disfrutar de playa, brisa y mar empiezan a pasar cositas como que llegamos a esta playa de Pianguita  a buscar el hospedaje pero no fue tan fácil como creíamos. A las casi 5:30 de la tarde con el sol ya cayendo, con cansancio, hambre e incertidumbre comenzamos a buscar Hostales, a preguntar por cupos para 8 fritas con la sorpresa que no había cupos porque todo estaba a reventar. Y de nuevo comienza nuestra travesía 10.0 en donde nos distribuimos por parejas para ir a preguntar a los dueños de los hoteles, o a los trabajadores que si tenían algún espacio que nos pudiesen alquilar. Pasada casi 1 hora subiendo y bajando, preguntando por aquí por allá por fin la vida nos iluminó y casi a las 7pm la pechichona logro un contacto con una familia humilde, pero de gran corazón que nos brindó un espacio para descansar. Sin luz, con muchísima humedad, con arañas gigantes y un sapo protegiéndonos de insectos que rondaban todo el tiempo esto paso a un segundo plano porque lo único que nos importaba es que teníamos un colchón y un techo que nos protegió de un gran diluvio esa noche. Ya al otro día y después de haber descansado y haber explorado un montón de aventuras sin planearlas comenzamos nuestro penúltimo día de travesía pero ahora en la playa Pianguita. Nos levantamos y procedimos a irnos a caminar en la mañana por la playa y conocer la maravilla del mar pacifico.Y como tocaba aprovechar al máximo procedimos a alistarnos temprano, nos distribuimos para ir a preparar algo para el desayuno y acto seguido irnos a la playa a parchar.

 Y mientras nos tomábamos un cafecito al frente de la casa de esta familia tan generosa que nos brindó su espacio para hospedarnos pasaron 2 chicas que muy amablemente nos saludaron y nos preguntaron que íbamos a hacer y pues le dijimos que íbamos a estar en la playa parchando.  Ellas luego nos preguntan que si ya fuimos a ver ballenas y todas como: “eso no estaba dentro de nuestros planes” Cuando escuchamos esta gran propuesta de ir a ver ballenas pues como sabrán ya íbamos casi ilíquidas pero no nos queríamos perder igual esta gran oportunidad así que empezamos a retacar como buenas negociantes para tener un poco más de flexibilidad en el pago y poder ir todas y bueno la vida nos premió con este gran regalo de ir a ver las ballenas y comenzó nuestra aventura 11.0 jajajajaja.



Y bueno de nuevo estas fritas aventurándose a una experiencia más, comenzamos a alistarnos para salir a una de las mejores experiencias que jamás vamos a olvidar. Así que nos subimos a la lancha y nos empezamos a adentrar al mar por casi 1 hora y media. Al ver que estábamos cada vez mas adentro del mar las emociones no se hicieron esperar: el miedo, la alegría, el nerviosismo hicieron parte de esta hermosa experiencia que íbamos a vivir. Y bueno en el momento menos inesperado se empezó a parar la lancha y empezamos a presenciar una de las experiencias más hermosas que como Útero Goloso hemos presenciado en el mar: ver al mamífero más grande que existe en la Tierra, con un peso alrededor de 90 a 125 toneladas y que viajan miles de kilómetros desde la Antártida hasta las cálidas aguas colombianas para aparearse y dar a luz a sus crías, todo un espectáculo. Ver su tamaño escuchar el sonido y simplemente sentir un ser tan supremamente gigante y hermoso tan cerca de nosotras fue sin duda alguna una experiencia que marcara nuestras vidas. Y aquí se cierra una aventura golosa pero que sin duda alguna nos deja con el corazón hinchado de felicidad y con las ganas de volver de nuevo a Cali y por supuesto a Buenaventura a seguir recorriendo estas hermosas playas, a seguir conociendo gente hermosa y solidaria y claramente volver a ver las ballenas jorobadas que tanto nos llenaron de felicidad.



¡Nos volveremos a leer en nuestra próxima aventura Golosa!

 

 

 

 

 

 

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