Narrativas cantadas de Úteros Golosos. Cap 7. De borondo por la sucursal del cielo; un bote goloso. Camila "Rasta"

 

De borondo por la sucursal del cielo; un bote goloso.


Después del agite de la llegada a Cali, que por cierto nos dejó anécdotas de variada naturaleza como habernos subido al taxi del único hombre que aceptó llevarnos del aeropuerto al terminal para recoger los instrumentos, para dejarnos finalmente en el hostal (todo esto además con una persona de sobrecupo), por un precio en realidad justo. Aunque el caballero fue muy amable, resultó  ser de un pensamiento radicalmente distinto al nuestro en términos sociopolíticos y culturales; situación que saltó a la vista al notar su evidente esfuerzo por provocar nuestras opiniones y un doble esfuerzo por soportar las respuestas recibidas. 

Los dos primeros días de estancia en la ciudad estuvieron enfocados en el conversatorio y la presentación en Bellas Artes; resaltando el cierre de la primera jornada, dónde tuvimos la fortuna de compartir con Luz Helena, la persona que hizo posible nuestro paso por este importante escenario artístico y académico y, quien propició una poderosa juntanza con algunas de las compañeras de la Batucada Insurrectas. 

Tras una noche de risas, comida, viche y mucha música, fuimos a descansar al Hostal Casa Sotavento, para dar el nivel de resistencia física requerida para los siguientes días. 

El sábado (día quinto del viaje), fue el otorgado por el destino para que saliéramos de bote por la ciudad, o como dicen allí: de borondo. 

Nos fuimos caminando desde Casa Sotavento divididas en dos comitivas, estando yo en la avanzada que se desplazó por una ruta diferente, disfrutando y deleitándose entre el humo con las delicias florales reverdecidas que el lugar ofrece de la manera más dulce y generosa. 

Caminamos por los murales de la memoria, pasamos por La Fruta, por la ribera del Rio Cali, por el Bulevar del Río, por el Parque de las novias, (que después supe le dicen el parque de las novias del gato del río), cuyo nombre me parece particular, pues no dudo que alguna eventualmente fuese o sea novia del gato, pero sospecho que allí también celebran y mantienen amoríos gatunos entre ellas. 

Paseamos por la Plazoleta Jairo Varela y el monumento a la trompeta de Noche, dónde por supuesto estuvimos escuchando los éxitos de esta emblemática agrupación, ícono de la cultura musical caleña. 

Entre caminatas por el sector en el que nos quedamos, conocimos panaderías deliciosas, tiendas coloridas y populares en las que tomamos cerveza, comimos helado y mecatiamos las variedades de la comida rápida tradicional valluna, como las marranitas, los hojaldres y las empanadas; esto din dejar de lado la lulada, el cholado y la fruta picada mezclada con una nutrida multiplicidad de jarabes y siropes dulces; que, definitivamente son un bálsamo para la sed y el calor de quien los degusta. 

Y así, unos días con guayabo, otros con cansancio, pero siempre con calor (al fin rolas) salvo la compañera tamborera, quien proviene de una región calurosa; nos despedimos de Cali inmensamente agradecidas por su trato, la hospitalidad de su gente, la sabrosura de su música y comida, sus arrullos y hermosas tradiciones; pero sobre todo por recibirnos y apañarnos desde el amor y la empatía. Gracias Wen, Luz Helena, Paula, Teresa, Brant y demás compañeros y compañeras que nos acompañaron en este viaje, que creen en nuestro trabajo y que hacen posible que soñar no sea sinónimo de incertidumbre sino de certeza.





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